17 de noviembre de 2009

¿Cómo alimentar a 1.000 millones de hambrientos?


Sin ilusiones, empezó en Roma la cumbre de la FAO, la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura. Aunque 60 jefes de Estado y de Gobierno estuvieron en la inauguración del encuentro, sólo contó con la presencia de uno de los miembros del G8, el jefe del gobierno italiano, que escapó de este modo a la reapertura de un proceso previsto este lunes en Milán.
Las bajas expectativas se ven confirmadas en el borrador de la declaración final divulgado por la agencia Reuters. El texto no mencionará un objetivo para erradicar el hambre en el 2025 ni un compromiso de invertir 44.000 millones de dólares al año en asistencia agrícola, según esta fuente. Las dos metas fueron algunas de las cuestiones más controvertidas de las negociaciones previas a la cumbre, según los diplomáticos.
El documento platea a esta altura reafirmar simplemente su compromiso con el Objetivo de Desarrollo del Milenio de la ONU, de reducir a la mitad el número de personas con hambre para el 2015, una meta que difícilmente se alcance.
Los líderes del mundo y los máximos funcionarios gubernamentales en la cumbre del 16-18 de noviembre simplemente reafirmarán su compromiso con el Objetivo de Desarrollo del Milenio de la ONU, de reducir a la mitad el número de personas con hambre para el 2015, una meta que difícilmente se alcance.
Sin embargo, la situación apremia. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon recordó este lunes en la apertura de la cumbre que en 2050 el planeta podría alberga a 9.100 millones de personas, lo que supone un incremento de la producción de alimentos en un 70%.
Por su parte, el papa Benedicto XVI denunció en un discurso pronunciado en la cumbre "el egoísmo" y la "especulación" con los alimentos considerados "mera mercancía".
Entre los líderes del mundo que participan en esta cumbre de tres días figuran los presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva y de Chile, Michelle Bachelet. Ya en Roma están el dirigente libio Muamar Kadafi y el controvertido mandatario de Zimbabue, Robert Mugab

BICENTENARIO